JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ. Han pasado 40 años. Buena parte de los miembros de la hermandad no lo vivieron. Otros no lo recuerdan o quieren pasar la página más triste de la hermandad del Cachorro en su historia reciente. El 26 de febrero de 1973, un incendio fortuito destruía la Virgen del Patrocinio y dañaba seriamente al Cachorro, sobre todo en la zona de las piernas.
De aquella historia se escribieron informaciones, oraciones, versos y, también, un diario. El diario que los hermanos Cruz Solis confeccionan acerca de la restauración del Cristo de la Expiración cuya primera hoja empezaron a escribir, hace hoy, 40 años.
En efecto, un 11 de junio de 1973 comenzaba oficialmente la restauración del Cristo del Cachorro. Habían pasado 105 días del fatídico incendio y los hermanos Cruz Solís se disponen a salir de Madrid para restaurar al Cachorro. Así se refleja en su diario:
LUNES, DÍA 11 DE JUNIO DE 1973
Hoy lunes, después de recoger las herramientas y materiales, que vamos a necesitar, para la restauración de la imagen del Cristo de la Expiración, el “Cachorro”, los restauradores: Antonio Cruz Solís, Joaquín Cruz Solís y Raimundo Cruz Solís, salimos del Instituto de Conservación y Restauración de Obras de Arte de Madrid con dirección a Sevilla.
Así comenzaba el diario de una restauración donde los tres restauradores detallarían al completo cada paso que se dio sobre la imagen. Así continuaba
MARTES, DÍA 12 DE JUNIO DE 1973
Tomamos contacto con el famosísimo Cristo de la Expiración, el “Cachorro”. Para nosotros que hemos oído desde pequeños hablar de ella, como una figura de gran fervor, supone una gran emoción. Mi padre le tenía una gran devoción y conservaba una foto suya, con fondo de damasco rojo, que se trajo cuando trabajaba en Sevilla, colocada en el estudio.
En este día, los restauradores hablan que el cedro necesario para restaurar la imagen se lo proporcionó Rafael Belmonte García, después de haber visitado varios talleres, entre ellos, el de Barbero. “Comenzamos por los pies eliminando una reducida zona carbonizada y colocando una pequeña pieza de madera de cedro en el pie derecho”.
Es tan, sólo, el inicio de un libro que terminaría de escribirse el 16 de septiembre de 1973 cuando, terminada la restauración, los hermanos Cruz Solís emprenden el viaje de regreso a Madrid.